La importancia de la ética en el magisterio se presenta como un modelo a ser reproducido por la sociedad.
Comencemos con una anécdota
Cuenta Platón, el gran filósofo griego, creador del idealismo, que en las terribles horas previas a la ejecución de su maestro Sócrates, injustamente condenado a morir ingiriendo té de cicuta, todos sus alumnos lamentaban la suerte que corría el amado preceptor, menos el condenado. Uno de los discípulos, en medio de llantos y lamentaciones se quejó diciendo que lo más injusto y detestable era que a su maestro lo condenaron siendo inocente. El maestro visiblemente molesto le preguntó: ¿tú preferiríais verme morir culpable?
Esta anécdota habla de la reciedumbre moral de un hombre, que no sólo fue sabio, sino con una integridad a toda prueba. Un maestro que decía no era sólo retórica, pues cuando tuvo que defender sus principios, aún a riesgo de perder la vida como definitivamente la perdió, se mantuvo firme y sereno, sabedor de tener la razón y la verdad. Es notable la forma consciente en que este pedagogo asumió que valía la pena morir defendiendo sus convicciones, delante de sus alumnos.
Es un hermoso ejemplo de lo que debe ser un maestro o maestra. En el ámbito ético la enseñanza es su vida transparente. Un espejo como el agua cristalina donde puedan mirarse sus alumnos y alumnas y siempre hallar motivos y acciones que emular.
El concepto
La palabra ética proviene del griego ethika, y ésta a su vez de éthos que significa costumbre o comportamiento. Éthos se relaciona también con el lugar o suelo donde se habita, que debe ser firme, fundamentar la praxis de vida y ser la raíz de todos los actos humanos. Tales razonamientos son expuestos por la maestra Madelen Piña, en un artículo publicado en el 2004, que se titula "Ética, Moral y Axiología". En el mismo agrega que éthos significa también carácter, que se logra por el hábito y no por naturaleza. Insiste la autora en que la repetición de actos iguales constituye el hábito.
La autora define la ética como “la rama de las ciencias filosóficas que investiga las leyes de la conducta humana”. De ahí se desprende que la ética dicta lo que hay que hacer. Por obligación se plantea y valora lo bueno, lo malo, lo correcto, lo obligatorio o lo permitido. Desde ese punto de vista hay una estrecha vinculación entre la ética y la moral, tanto que algunos autores no encuentran diferencias importantes entre ambas.
La ética del maestro
Probablemente todas las profesiones y oficios requieran una rigurosa ética que cumplir para ser ejercidas con dignidad por las personas que hacen de ello su práctica de vida. Sin embargo difícilmente la exigencia de rigor ético sea tan necesaria en algún otro oficio como en la práctica del magisterio.
Los niños y niñas ven a sus maestros/as con admiración y son marcados por la conducta que éstos exhiben. Por eso la responsabilidad del maestro/a es mayor, porque él/ella es compromisario de la conducta social y personal que sus alumnos/as habrán de aprender y exhibir en el futuro.
El maestro/a debe exigirse a sí mismo un código de conducta ética mínimo que nazca de su convicción y con responsabilidad se imponga. Deberá observar unas prohibiciones, para que se entienda que son prácticas rechazadas en la sociedad donde le toca servir.
Pero a la vez debe esforzarse por comportarse de manera servicial, calmada, poco ruidosa y discreta. El escándalo no sienta bien al oficio de maestro/a, ni siquiera en el vestir. Necesita cuidar su tono de voz, su dicción y su acervo cultural.
El maestro/a debe ser un facilitador/a de los procesos educativos y culturales, pero para eso debe vivir sin amarguras su profesión y su condición de educador/a.
Una persona que elige ser maestro/a debería estar informado sobre lo que significa practicar ese oficio. No puede pretender que será rico siendo profesor/a, si esas son sus pretensiones lo que corresponde es abandonar esa labor, de lo contrario vivirá triste y molesto con lo que hace para vivir todos los días.
Si ha de ser maestro/a, una de sus habilidades será hallar la forma de ser un gran administrador de recursos mínimos, pues eso es lo que siempre recibirá como pago a sus servicios. Las grandes satisfacciones en la vida de un maestro/a no se encuentran en el renglón económico.
Tal vez las complacencias en la vida de un maestro/a, las podrá disfrutar si llega a comprender cuán grande es su labor, si puede enterarse cuándo un niño/a, por su mediación, llegó a alfabetizarse; quizás si puede leer en la mirada y la sonrisa de algún alumno/a, la admiración que puede inspirar con su ternura y su paciencia a la hora de enseñar.
En asuntos tan simples, tan sencillos deberá encontrar el maestro/a motivos para la felicidad. Si no puede hallar sentido a su trabajo en argumentos que parecen tan inocentes, entonces, es posible que esté en la carrera equivocada y su vida será un sufrir.
De verdad que es sufrida y tormentosa la existencia de aquel que intenta ganarse la vida pretendiendo ser maestro/a, sin serlo.
En definitiva, para asumir el ejercicio del magisterio se requiere un compromiso ético especial, de ahí se deriva una satisfacción superior al de otros oficios y carreras. Por: Braulio E. de los Santos de la Rosa M.A.Director Académico y maestro del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, Recinto Félix Evaristo Mejía.
Descripción imagen: El maestro/a debe exigirse a sí mismo un código de conducta que nazca de su convicción.
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