¿Un modelo en crisis? Sistema interamericano de derechos humanosListín Diario | "Observatorio Global"Autor: Leonel Fernández @LeonelFernandez
Desde hoy lunes hasta el próximo miércoles 15 de junio, la República Dominicana será la sede de la 46ta Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que tendrá como tema central, el fortalecimiento institucional para el desarrollo sostenible en las Américas.
Este cónclave se celebra en un momento delicado para nuestra región. Varios países afrontan crisis económicas, sociales y políticas.
Por consiguiente, la realización de esta Asamblea General de la OEA convierte a nuestro país en el epicentro de importantes debates acerca de los desafíos y oportunidades que se ciernen sobre nuestro continente.
Ahora bien, no sólo son los Estados los que están atravesando dificultades, sino también la propia OEA, que en la actualidad se ve afectada por la crisis que sacude a uno de sus órganos más connotados: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Esa crisis se ha agudizado en razón de que desde el 2013, los Estados donantes han reducido sus aportaciones en un 50 por ciento, lo que ha provocado la cancelación de la celebración de los próximos dos períodos de sesiones, que iban a realizarse en julio y octubre de este año.
Esas cancelaciones se han debido a que por falta de fondos, el organismo defensor de los derechos humanos tendría que dejar fuera de nómina el 40% de su personal; y eso, obviamente, limitaría de forma muy significativa su capacidad de funcionamiento.
En el año 2016, solo Argentina, Estados Unidos, Perú y Uruguay han hecho aportes voluntarios a la CIDH. Colombia, que era uno de los donantes más importantes en la Comisión, durante el transcurso de este año, no ha realizado aporte alguno.
Algo similar ocurre con Ecuador, cuyo último aporte voluntario fue en el 2011, por la magra suma de US$1,500.
Causas de una crisis
Durante una reunión reciente del Consejo Permanente, el representante de México hizo un llamado a la reflexión para determinar por qué, de forma sistemática, la Comisión ha venido recibiendo menos recursos financieros, y por qué algunos Estados han perdido la confianza o dudado de la eficacia del sistema.
A decir verdad, la dimensión de la crisis no es sólo económica, sino que guarda relación con el deterioro progresivo de la confianza de los Estados miembros de la OEA en sus instituciones defensoras de los derechos humanos.
Es el caso, por ejemplo, de la República Dominicana, que ha sido objeto de una serie de decisiones desafortunadas por parte de la Corte Interamericana, en las que percibimos falta de imparcialidad, inocultable prejuicio, desconocimiento elemental de los hechos y extralimitación en sus decisiones.
Por su lado, la Comisión Interamericana se ha negado a reconocer los esfuerzos económicos, institucionales y humanos realizados por nuestra nación, acusándonos de violar los derechos humanos a través de un supuesto racismo estructural.
En Bolivia, por otra parte, el gobierno anunció su intención de renunciar a la jurisdicción contenciosa de la Corte Interamericana por entender que no actúa con independencia y que sus decisiones no se corresponden con En México, en marzo de este año, el gobierno acusó a la Comisión Interamericana de mostrar un notable sesgo en sus informes, los cuales no reflejan la realidad del territorio, y desconocen los esfuerzos que el Estado ha hecho por lograr ciertas mejorías.
En la más reciente sesión del Consejo Permanente de la OEA, México, Argentina, Chile y Guatemala trajeron a colación su insatisfacción con el trabajo de la Comisión Interamericana, cuestionando si quizás la falta de voluntad de los Estados de hacer aportes monetarios responde a la falta de transparencia, eficacia o imparcialidad del organismo regional.
El embajador mexicano fue más contundente, al afirmar que: "Se debe combatir toda imagen o percepción, correcta o incorrecta, de parcialidad o de politización de algunos de los casos" de la Comisión.
El sistema Interamericano de Derechos Humanos
La OEA es la primera organización internacional de carácter regional que existió en el mundo.
De igual modo, fue la primera en acatar el llamado de la Carta de las Naciones Unidas en su capítulo VIII acerca del rol de las organizaciones regionales en el mantenimiento de la paz y resolución de controversias.
A pesar de los escenarios de conflictos propios de la época de la Guerra Fría y las llamadas proxy wars o guerras subsidiarias que también se vieron reflejadas en nuestra región, durante esa época logró establecerse uno de los pilares fundamentales, que fue el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Este se compone principalmente de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948); y posteriormente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (1959).
Diez años más tarde, en el 1969 los Estados miembros aprobaron la Convención Americana sobre los Derechos Humanos que dio origen a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los cuales entrarían en vigencia una década después, en el 1979.
Sin lugar a dudas, desde su creación, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos ha tenido importantes aciertos, el más grande de ellos es la creación de un mecanismo de salvaguarda de los derechos de los ciudadanos, que hasta ese momento se presentaban vulnerables frente a los excesos de los Estados.
Durante la década de los ochenta, la Comisión jugó un rol protagónico en la denuncia por los casos de desapariciones y delitos de lesa humanidad cometidos por las dictaduras latinoamericanas de esa época.
En aquel momento, la región no había alcanzado el desarrollo institucional para garantizar el disfrute pleno de los derechos fundamentales a lo interno de su territorio, por lo que el Sistema Interamericano de Derechos Humanos servía como una especie de guía para su efectiva protección.
Sin embargo, desde la transición a la democracia que se inició en el 1978 en nuestra región, los Estados han avanzado enormemente en la protección de los derechos humanos.
Sin embargo, el Sistema Interamericano se ha mantenido invariable, en ocasiones desconociendo esos avances, lo que ha creado tensiones y conflictos con los Estados miembros, siendo por ello necesario el que se tenga que considerar llevar a cabo una reforma integral de sus mecanismos de funcionamiento.
Como resultado de esas tensiones y conflictos, de los 35 Estados que conforman la OEA, 13 no han reconocido la competencia de la Corte Interamericana, en su mayoría pertenecientes al Caribe, además de Estados Unidos y Canadá.
Lo anterior quiere decir, que de entrada, casi una tercera parte de los miembros no se han adherido al sistema de protección de derechos humanos de la OEA, lo que lesiona su eficacia y afecta su alcance.
Los principios de justicia
En Ecuador, el gran número de procesos abiertos por la Comisión Interamericana, 40 en tan sólo cuatro años, ha motivado la inobservancia y la crítica abierta por parte del gobierno ecuatoriano al Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Además, la tasa de cumplimiento de las decisiones de la Corte Interamericana que ordenan modificaciones al derecho interno, representa únicamente el 20% de los casos; sobre el resto de las decisiones, solo 6 de 100 dictadas en el año 2008, fueron cumplidas.
En las últimas décadas, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Perú, Trinidad y Tobago y Venezuela, han suspendido el pago de las cuotas a la organización. Han retirado a sus embajadores de forma temporal.
Han amenazado con retirarse, o de hecho se han retirado del sistema interamericano.
Todo esto implica una situación preocupante. Refleja una erosión en la autoridad de la Corte, un desconocimiento de sus facultades como órgano jurisdiccional y una percepción de declive e irrelevancia, tanto en este tribunal como en la Comisión.
Este derrumbe puede responder a la convicción de los Estados de que los organismos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos se han excedido en sus acciones, lo que ha conducido a una situación de deslegitimación y crisis de confianza.
De cara al futuro, la Organización de Estados Americanos, al igual que sus miembros, deben trabajar por el fortalecimiento de un sistema de derechos humanos que luche por su protección, mostrando al mismo tiempo niveles suficientes de transparencia e imparcialidad que permitan el renacimiento de la confianza de los Estados en el trabajo de la Comisión y de la Corte Interamericana.
La reunión que se celebrará a partir del día de hoy en la capital dominicana representa una oportunidad ideal para avanzar en esa dirección, presentando propuestas e iniciativas que, respetando la soberanía de las naciones y el rol de los Estados, sirva de garantía a la dignidad de los ciudadanos.
Ojalá así sea.
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