martes, 17 de febrero de 2015

¿Quién es Vincho Castillo?

themaster     15:19     No comments

 El doctor Marino Vinicio Castillo Rodríguez, junto a Trujillo, Balaguer, Leonel Fernández y unos cuantos más, es sin lugar a dudas, la figura del espectro político dominicano más controversial, problemática y cuestionable de los últimos sesenta años. Su accionar politico de esos tiempos, así lo demuestra, y tipifican además, de reaccionario recalcitrante como él sólo, dueño de un atraso filosófico, político y religioso de milenios. Esta obra, una apretada síntesis testimonial de ese accionar, viene a documentar ese criterio, con la transcripción de varios artículos y reportajes, escritos por observadores intelectuales que vivieron esa época, de los cuales, algunos de ellos vivos todavía, para mayor apuntalamiento de la verdad, pueden de viva voz, dar testimonio de todo lo que han escrito y mucho más. Los dominicanos de la presente generación, que por alguna razón no conocen el seudo-político reseñado en estas páginas, tienen en las mismas, un excelente manual, para documentarse históricamente sobre él, y a la vez entender la compleja psiquis de este díscolo personaje, que tanto daño le ha hecho a la democracia dominicana, y con ello, a su país y a sus ciudadanos. Esta publicación, también procura, darle frente, y ser argumento y respuesta a aquellos que defienden a este abogado, vendiéndolo, como el qué, con su accionar político, ha hecho y sigue haciendo, grandes aportes sociales a nuestra patria. He puesto especial empeño, en que los hechos narrados aquí, se ciñan estrictamente a la verdad, y que además, esta obra dé a luz, estando su protagonista vivo, por todas las razones que ello implica y derivan, pues entiendo que no es de hombre, publicar un documento como este, después que el aludido como protagonista haya muerto y no pueda defenderse, o tomar acción alguna, en dado caso que se sienta calumniado o agraviado en su honor. Escrito este pequeño ensayo, y ya en manos de mi pueblo, es mi mayor deseo, que llene su cometido testimonial, de concientización y de fuente documental aportado por una generación que vivió los hechos descritos. Si parte de ello se cumple, mi labor estará plenamente compensada. Miguel Espaillat Dedicatoria Dedico este trabajo, en particular al Dr. José Francisco Peña Gómez y al profesor Juan Bosch, ambos víctimas de las maleficencias y maledicencias, del Doctor Vincho Castillo; y a los muchachos: Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), a los hombres y mujeres del 14 de Junio, a los Coroneles de abril y Caracoles, a los Panfleteros de Santiago, y a todos inmolados combatiendo las dictaduras que tanto apoyó el Dr. Marino Vinicio Castillo, el abogado que más sabe de leyes, pero que aborrece la justicia. Inicio de la breve historia aludida Marino Vinicio Castillo Rodríguez (alias Vincho), es su nombre de pila. Con su nombre, me dice un amigo poeta, podría hacer un acróstico, usando de todas las palabras imaginables para describir y anatematizar a un hombre que como él, ha hecho tanto daño a este país llamado República Dominicana. Y para más, arremete de nuevo el bardo - "su fama de ruin y malévolo es tal, que hasta en su biografía reseñada en wikipedia se consigna: "es odiado por su propio pueblo"; y añade, pueblo al cual él tiene que auscultar, para que aprecie por sí mismo, la alta tasa de rechazo de la que es acreedor entre su gente". http://es.wikipedia.org/wiki/Marino_Vinicio_Castillo ¿Quién es Vincho Castillo? Este beligerante hombre que declara ser católico, apostólico, romano y mariano, nació el 18 de julio de 1931 en San Francisco de Macorís, por lo que en julio próximo cumplirá 82 años de vida. Su conflictiva existencia, ha estado signada por la política, campo en el que se ha destacado militando y defendiendo gobiernos, partidos y grupos, adversos a la simpatía e intereses de su pueblo. Es poseedor de una personalidad extremadamente conflictiva, y agresiva. Jurista de primerísima categoría; talentoso, brillante, de verbo fácil y ágil, contendor implacable, bueno para adular y manipular las emociones de otras personas, y hasta para quebrantar la propia ley que dice defender. Para ello puede mentir, pelear con ferocidad y arrogancia, falsificar una gaceta oficial, manipular resultados electorales, llevar a la cárcel a un expresidente, aun siendo su anterior amigo y compañero de trabajo, porque se le antoje corrupto, sin mostrar una pizca de remordimiento, o sentimientos de culpabilidad o tristeza alguna. Se le importa en un momento tener todo un pueblo en contra, eso no le quita el sueño, ni la paz, al contrario, las repulsas y manifestaciones de odio, lo potencian y solazan. ¿Quién es en verdad este hombre, que ha gravitado su presencia en la vida de los dominicanos, con tanto poder, al punto, que se puede demostrar, que con su accionar político ha modelado a su antojo, la historia de todo el país, haciendo variar el curso que el pueblo ha querido darle a su destino? Pues bien... Viví en San Francisco de Macorís, de los 6 a los 14 años, tiempo en el que fui testigo en primera línea de acontecimientos que marcaron mi vida de revolucionario. Doña Nena Guzmán era nuestra vecina de en frente. Dormí muchas veces en su casa para acompañarla, por causa de la ausencia de sus hijos Leandro y José Manuel Guzmán, quienes permanecieron en la cuarenta por varios años, donde fueron salvajemente torturados. En medio de aquel fatídico acontecer, mientras toda la juventud del país luchaba a muerte contra Trujillo, el joven y polémico ya abogado Marino Vinicio Castillo, defendía con uñas y dientes, aquel régimen de oprobio y de maldades infinitas, desde su militancia en el Partido Dominicano del tirano, o desde su curul de diputado designado. A Doña Nena, vestida todo el tiempo regiamente de negro, mil veces la vi llorar, hincada frente a sus santos pidiendo a Dios por la vida de sus hijos, que ella decía, sentía en carne propia, cuando a ellos los estaban flagelando. También, en estas vi a Don Ramón, el padre, a quien también vi morir, matado por las penas y las angustias. En este contexto de lágrimas y crímenes horrendos, mi corazón de niño era un pedazo de carne en ascuas. El día que mataron a las hermanas Mirabal, cuantas lágrimas y cuanta tristeza. Cuanto me entristeció, todo lo que oí, de cuanto le habían hecho a María Teresa, la mujer que cuando llegaba a la casa de su suegra, me abrazaba y besaba y ayudaba con mis tareas de la escuela. Aquellos días fueron de horrores. Vi el dolor de todo el barrio. Aquello fue un luto colectivo. Las campanas de la iglesia sonaban lánguidas, tristes y pesarosas. Vi mucho llanto, muchas lágrimas, muchos pesares. Y lo vi en todo el pueblo. Nadie escapó a aquel dolor. Todos...niños, mujeres, hombres y ancianos desparramaban lágrimas y sentimientos de pérdidas, de frustración, de impotencia, de rabia... Se rezaba noche y día. Los ojos de las personas prestos para las lágrimas, y los labios para la oración, convergían en la imploración, en el desconcierto, en la tristeza, en el sufrimiento, en la impotencia en que estaba sumido todo el pueblo, ante el totalitarismo del jefe y sus secuaces, que se solazaban con los crímenes de sangre. En días así, se comienza a repudiar a los tiranos. En todo el pueblo había ese sentimiento de odio hacia Trujillo, mientras el doctor Vincho Castillo estaba de su lado, combatiendo a todo grupo que se constituyera para derribarlo. En la década del 50 cuando Wenceslao Marcial Guillén Gómez, fundó los Panfleteros de Santiago, con el objetivo de combatir aquella satrapía, Vincho, con tan solo 19 años, ya estaba del lado de Trujillo. En el año 1959, con 28 años a cuestas, cuando lo mejor de la juventud del país particiba en la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo, Vincho, andaba de diputado de Trujillo, de amigo de Petán, y formando parte de los famosos cocuyos de las montañas y los paleros de Balá, quienes hacían de insurgentes contra la Raza Inmortal. Y en julio de 1960, cuando los jóvenes de todo el país, en una nueva gesta de enfrentamiento al régimen despótico y opresor, se afiliaban para formar el "Partido 14 de Junio", Vincho, reafirmaba su adhesión a Trujillo. De ese tiempo es historia, su sacrilegio de penetrar en la Catedral de la Vega borracho, con una treintena de prostitutas, chulos y paleros, ocasión en que profanaron aquel sacro lugar orinándose y defecando en su interior, y que por demás, incurrieron en amenazas y vejámenes contra Monseñor Panal, y que cuando la dictadura se caía, solicitó incautar todos los bienes de la Iglesia Católica Este polémico hombre, en los acontecimientos posteriores a caída de su líder el Generalísimo Trujillo, se alió al nuevo Trujillísmo que hasta hoy, encarnado en sus sobrevivientes seguidores, han masacrado y siguen atormentando a la nación. Posteriormente, en 1963 Juan Bosch asumió la presidencia de la República mediante el voto popular en forma aplastante, proclamando el 29 de abril de 1963 una constitución avanzada que consignaba entre otros puntos, un régimen de libertad y justicia, de respeto pleno, de igualdad y oportunidades para todos los dominicanos. Esta constitución le olió a comunismo a Vincho y a la poderosa clase a quien él le servía. A consecuencia de esta desaprobación, empezaron a conspirar contra el régimen democrático establecido, resultando la misma en un golpe de estado la madrugada el 25 de septiembre de 1963. En respuesta a este golpe de estado, el 21 de noviembre de 1963, el abogado y dirigente político revolucionario, Manuel Aurelio Tavares Justo, junto a varios miembros de su organización 14 de Junio (1J4), tomaron las armas y se fueron como habían predicho a las escarpadas lomas de Quisqueya, cogiendo de escenario Las Manaclas ,en la "Cordillera Central", en San José de las Matas, pretendiendo hacer valer con los fusiles la voluntad popular. Fracasaron en su intento, y él y sus compañeros fueron primeramente traicionados, y luego fusilados el 21 de diciembre de 1963. Manolo, como todos les decían, tan solo tenía 33 años de edad cuando fue fusilado; y Vincho, que había conspirado contra Bosch, ahora, con 32 años, conspiraba de nuevo contra el Triunvirato, junto a Santiago Rodríguez Echavarría (alias Chaguito), hermano de Pedro Rafael Rodríguez Echavarría. Cuando se dio la revolución de abril de 1965, Vincho la apoyó resueltamente, pero después resultó que se vinculó a Balaguer, y mientras toda la nación aún estaba de luto por los más de tres mil muertos de la guerra y se afanaba por un retorno a la constitución de 1963, y por la restitución de Bosch a la presidencia, el doctor Castillo, ya unido a Balaguer, conspiraba contra este deseo y necesidad del pueblo, sumándose a las fuerzas balaguerísta que propugnaban todo lo contrario, constituyéndose además, en vocero de la ultraderecha recalcitrante, y tras bastidores, de los intereses del invasor. Balaguer llegó al poder, el 1 de julio de 1966, para mantenerse en el mismo por 22 largos años, (1966--1970), (1970--1974), (1974--1978), (1986--1990), (1990--1994) y (1994--1996), periodos éstos, que resultaron en terror, injusticias, abusos, humillaciones para la nación, y en asesinatos de lo mejor de la juventud, la cual fue suplantada por la juventud reformista, todos de origen burgués y reaccionarios, sin formación política y sin una chispa de humanismo en sus huesos, quienes usaron el poder para hacerse de riquezas inmensas, humillar, engañar y tiranizar al pueblo. En febrero de 1973, con la idea de combatir la dictadura balaguerísta se dio el desembarco de Playa Caracoles al mando del Coronel de abril, Francisco Alberto Caamaño Deño. Esta invasión, también fue derrotada y su principal cabecilla, el Coronel Caamaño, fusilado, descuartizado e incinerado. En este momento de nuestra historia, se recrudeció el terror contra la población civil, en todo el Territorio Nacional. Cientos de jóvenes considerados subversivos fueron hechos prisioneros y decenas fueron asesinados en las cárceles a manos de los esbirros del régimen. En esta situación, en que el pueblo hacia ingentes esfuerzos para deshacerse de esta dictadura, el Señor Vincho Castillo se mantenía en la acera del frente, junto a los suyos, siguiendo en esas, de asesorarlos jurídicamente. El 16 de mayo de 1974, el PRD no pudo participar en las elecciones presidenciales. La represión desatada contra la oposición, en especial contra los miembros del Partido Revolucionario Dominicano y contra la izquierda, fue brutal y desconsiderada. A los considerados desafectos al régimen, se les perseguía, y alcanzados, eran baleados, estando hasta escudados por brazos de sus padres, o de cualquier otro familiar o amigo, a quienes en ese trance, se les empujaba, abofeteaba, golpeaba con culatas, no sin descartar un posible plomo, salido de un Colt o una magnun 45. Así, mataron a Amín Abel Hasbum, al periodista Goyito Castro, y a otros tantos ilustres ciudadanos dominicanos. En esta etapa republicana, la llamada banda colorá, unida a agentes de las Fuerzas Armadas, vino a sembrar más terror y muertes entre los dominicanos. Estos fueron una réplica de los escuadrones de la muerte centroamericanos, que se paseaban por la calles, a vista de todo el mundo, matando a los del listado. Mientras tanto, Balaguer cínicamente desmentía su existencia, y cuando la reconoció, la achacó a sectores incontrolables y a la subversión de la izquierda. Fueron muchos los asesinados en esta aciaga Era de Balaguer y de Generales sedientos de sangre, como el Conde Drácula de Bram Stoker, mientras tanto, Vincho Castillo, ante la tragedia de sangre e injusticias que estaba viviendo nuestra patria, se mantenían militando en la parcela Reformista del nuevo dictador. Amín, Otto, Homero, El Moreno, Orlando Mazara, Luis De Peña, Henry Segárra, Guido Gil, Ramón Emilio Mejía (Pichirilo), Roberto Solano, Guillermo Rubirosa, Flavio Suero, Rafael Guillen, Oscar Santana, Jimmy Sierra, y tantos otros revolucionarios, fueron parte del festín de los buitres del balaguerísmo que defendió con uñas y dientes el doctor Castillo. “Los muchachos”-nos dice Elsa Peña- hablándonos de Amaury Germán Aristy, Ulises Cerón Polanco, Virgilio Perdomo Pérez y Bienvenido Leal Prandy, (La Chuta), caídos un 12 de enero, hace ya 40 años en un combate desigual que los cubrió de gloria y ridiculizó a sus oponentes, quienes descargaron en sus cuerpos, ya exánimes, toda su saña y cobardía. Ellos, los muchachos -nos sigue narrando Elsa- atesoraron sus ideales, y cual semillas de libertad las cuidaron con dedicación y esmero y las regaron con sacrificio, sudor y lágrimas, y al final hasta con su propia sangre, tal como regó Dios nuestra redención, y como tantos otros que antes y después de ellos, desde la época de la colonia hasta nuestros días, han dado su vida y su sangre en beneficio de los demás, con un trabajo de esfuerzo perseverante, a tiempo completo, sin remuneración ni vacaciones; un ejercicio de fe y esperanza con la mira puesta en una Patria libre, soberana, independiente, próspera y feliz. Después de Amaury y sus compañeros -prosigue Elsa- caerían otros, no tan “muchachos” pero igual de valerosos: Francisco Alberto Caamaño Deño y sus compañeros Heberto Lalane José, Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguín Marte y Juan Ramón Payero Ulloa; y además Gregorio García Castro, Orlando Martínez Howley y su hermano Edmundo, entre otros. 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